Lejos de la desescalada y los planes que se están considerando, en una época de cambios constantes e incertidumbre, la pandemia pone en valor la comunidad y muestra que el ser humano es vulnerable.
La pandemia genera también angustia y ansiedad. Estamos en la sociedad de la certidumbre y el control y ahora se nos ha descontrolado todo. Ahora que no nos sentimos bien parece que tenemos que hacer muchas cosas, pero lo principal es saber qué no hay que hacer.
El futuro es el momento de las emociones, momento de ser nosotros mismos y de colaborar, que seamos las personas que hemos querido ser, confiemos en nosotros y que estemos allí y que estemos juntos.
No tenemos que mostrar miedo de nuestra vulnerabilidad, hemos de tener fortaleza para encontrar el camino. Cuando el miedo y la tristeza se comparte, ambos se reducen.
Nos tenemos que querer y más en estos momentos difíciles. Tenemos que tener con nosotros mismos gestos de gratitud y felicitarnos por los pequeños avances, no solo desde nuestros balcones, sino en nuestro día a día.
En este “mundo nuevo” que estamos entrando debemos salir de la zona de confort. Primero de todo hay que ser coherente de lo que se dice y lo que se hace y hacerlo con confianza. Aunque se pase por una zona de oscuridad hay que ser optimista ya que acabarán saliendo oportunidades. Esta disposición mental y la realidad pueden ofrecer oportunidades que uno ni se plantea y hay que estar abierto con un mundo lleno de oportunidad y de crecimiento.
Es por ello que en éste futuro próximo será importante que seamos proactivos y que nos cuidemos individualmente.